domingo, 22 de marzo de 2009

INES ZARAZAGA. 19 AÑOS. ESTUDIANTE DE COMUNICACION SOCIAL – PERIODISMO. CORDOBA. ARGENTINA.

A Joaquín lo conocí de una forma particular. En mi casa somos una familia de mucha música y en un momento donde el amor me estaba golpeando mi papá me dijo “Tenés que escuchar a un español que se llama Joaquín Sabina, quizás ahí encuentres alguna respuesta”. Y lo primero que escuché fue la intro recitada de “NOS SOBRAN LOS MOTIVOS” (Este adiós no maquilla un hasta luego, este nunca no esconde un ojalá…)
Después de esto no paré más. De todos modos yo lo había agarrado tarde. ¿Tarde? Sí, eso era lo que pensaba porque cuando lo encontré, él dejó de tocar y realmente veía imposible poder escucharlo en vivo alguna vez, pero seguía firme; ahogándome y rebalsándome de poesía. Eso creo que es él. Poesía es la palabra que lo define.
Algunos les gusta develar a Joaquín, a mí simplemente interpretarlo. De todos modos acá viene mi historia. Después de “ALIVIO DE LUTO” y de un gran momento de silencios en la vida de Sabina empezó la gira para presentarlo. Cuando las entradas se empezaron a vender yo no estaba en Córdoba y finalmente llegó el 23 de Marzo sin soportar la idea de que no iba a estar en ese encuentro en el que me sentía más parte que nadie, en ese encuentro que desde aquella primera vez que lo había escuchado, esperaba. Estaba en la facultad, en mi primera clase de Historia del Periodismo y algunos compañeros que iban se daban el gusto de gozar mi situación. En esta primera clase me llega un mensaje. “Ine, hay alguien que te espera en Figueroa Alcorta Carnes y vinos” que es un Restaurante en Córdoba. Sin plata me levanté y me fui caminando las veinte cuadras que la situación se merecía. Así cuando llegué estaba lleno de periodista y entonces pregunto qué era lo que pasaba? El grande, el mayor, el rey de los excesos estaba adentro. El problema ahora era cómo entraba al lugar. Porque la vida lo quiso, adentro estaba la madre de, de la madre, de la hermana, de la tía y muchas más relaciones de mi amiga etc., que finalmente me hizo pasar. Ella se llama Vicky. Me senté en la mesa con ellas y Joaquín estaba en el piso de arriba. No me animé a pedir ni una coca, ni un vaso de vino, solamente había llegado por ese mensaje de texto. Sin plata para estar sentada ahí, mi imaginación empezó a dar vueltas. No todos los días iba a poder compartir un espacio físico con ese gran poeta así que luego de varias ideas pensé que escribirle un cartel era una buena opción. Así fue como le escribí y quise pasar al baño para que lo vea. Los guardias me sacaron en un segundo. La siguiente idea fue acompañar el cartel con un whisky. Pero yo sólo ponía la idea. María Helena, madre de Victoria llevó a cabo la parte económica. Después de un largo rato el cartel llegó a Joaquín: “Joaquín vení a saludarme que a los dos nos sobran los motivos”. No dije ni media palabra, no respiré, hasta incluso, creo que no me acuerdo cómo fue. Me gustaría contarles el diálogo, pero creo que mentiría. Foto, autógrafo, abrazo y nos vemos esta noche! No tenía forma de ir, seguía sin entrada. El corazón me latía a mil, no me importaba absolutamente más nada. Volví a clases solamente para contarles a todos mis compañeros sobre lo que me había pasado, llamé a todas mis amigas y familia y a las siete de la tarde sonó mi teléfono. Victoria había conseguido una entrada para a mí. Esa noche nos reunimos con Sabina en un recital increíble donde sobraban motivos para cantar, donde estaba bien tener sombrero porque la ocasión era para quitárselo, donde ser valiente salía barato y ser cobarde no valía la pena. Así, después de esa vez y pensando que nunca pasaría he tenido otras oportunidades de verlo y miles de reverlo. Esperando a nuevos encuentros, volví al bar a la noche siguiente reafirmé que no es un cantante sino un “contante” y terminé brindando porque lo bueno de los años es que curan las heridas y lo malo de Sabina es que crea adicción.

1 comentario:

  1. vecino sos lo mas.. ya esta.. con sabina o sin sabina sos lo mas

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